miércoles, 30 de enero de 2008

Te quiero

Hoy he leido en este blog un ai shiteru escrito por una buena amiga, española. Y sé que es cierto. También he escuchado dos te quiero pronunciados en perfecto castellano por dos personas escondidas tras unos ojos rasgados. Él japonés, ella coreana. Dudo que alguno de los dos sea consciente del significado de sus palabras, pero sólo saber que puedo despertar un sentimiento parecido aunque sea en lo más mínimo al amor, ya hace que el día haya merecido la pena. Te quiero, sarang he, ai shiteru.

domingo, 27 de enero de 2008

Porque aún duermo con Peter Pan a mi lado, que me recuerda que ante cualquier amenaza de caer irremediablemente en la madurez siempre puedo volver a encontrarme con él en el país de Nunca Jamás.

Norwegian wood

Tiempo atrás, cuando todavía era joven y mis recuerdos eran mucho más nítidos que ahora, intenté escribir varias veces sobre Naoko. Pero entonces fui incapaz de escribir una sola línea. Era consciente de que una vez brotara la primera frase, las restantes fluirían espontáneamente, pero ésta jamás brotó. Todo era demasiado nítido, y yo nunca supe cómo moldearlo. El mapa más detallado puede no servirnos en algunas ocasiones por esta misma razón. Pero ahora lo sé. En definitiva -así lo creo-, lo único que puedo verter en este receptáculo imperfecto que es un texto son recuerdos imperfectos, pensamientos imperfectos. Y cuanto más ha ido palideciendo el recuerdo de Naoko, más capaz he sido de comprenderla. Ahora sé por qué me pidió que no la olvidara. Por supuesto, ella intuía que mi memoria la borraría algún día. Por eso me lo pidió: "¿Te acordarás siempre de que existo y de que he estado a tu lado?".
Ese pensamiento me llena de una tristeza insoportable. Porque Naoko jamás me amó.

Haruki Murakami, 1987.

Viejas amigas en Santiago

Por lo bien que nos lo pasamos juntas, mereció la pena volver... Forever friends!

martes, 22 de enero de 2008

Silencio

Adoro el silencio. Siempre ha sido así. Me reconforta no escuchar a veces más que el runrún de mis pensamientos. Me alivia saber que no siempre son necesarias las palabras, que una mirada puede llegar a expresar algo más profundo. Me encanta saber que son más aquellos que prefieren escuchar antes que hablar. Me encantan tus silencios. Y en el silencio de la noche, soñaré con que vuelvas a regalarme alguno como los de hoy.

sábado, 12 de enero de 2008

Me basta así

Hoy, un homenaje al poeta asturiano del fracaso, del amor y de la guerra, Ángel González, la noticia de cuya muerte me acaba de sorprender en mi repaso diario a la prensa digital. Porque, como sucede siempre con los genios, vivirán siempre en cada una de las páginas que llenaron con su pluma.

Me basta así

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo, mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.)

viernes, 11 de enero de 2008

Seis y diez

Caminaba hacia la estación, era mediodía, pero mi reloj marcaba las seis y diez. Después de vivir en mi muñeca desde aquella ceremonia de graduación de hace casi dos años, ayer lo cambié por un reloj de seis euros que compré en las rebajas de enero. Se sintió traicionado y decidió dejar de mover sus agujas a las seis y diez.
Hoy han sido las seis y diez durante todo el día, como si Cronos hubiera decidido echarse a dormir y detener el tiempo. Por un día he experimentado el placer de no sentir su presión, pero le echaba de menos.

jueves, 10 de enero de 2008

Closer

- ¿Todavía me deseas?
- ¡Claro!
- Mientes. Ya hice ese papel... Abrázame... Te hago gracia pero te aburro. ¿Me has querido de verdad?
- Siempre te querré, odio hacerte daño.
- ¿Y por qué lo haces?
- Porque soy egoísta y creo que seré más feliz con ella.
- No es verdad. Me echarás de menos. Nadie te querrá tanto como te quiero yo. Porque no te basta con el amor.

Closer (2004) Mike Nichols

miércoles, 9 de enero de 2008

Verdad

Mis más de cien mentiras quizás tengan más de verdad de lo que algunos pensaban, o tal vez sean simplemente eso: mentiras; o sólo verdades a medias. La verdad es tan etérea, que por más que intente atraparla, nunca lo conseguiré. ¿Cuál es la verdad, la mía o la tuya? ¿Lo que dices o lo que haces? ¿Lo que expresan tus ojos o lo que pronuncia tu boca? ¿Existe una Verdad absoluta (con mayúscula, como el dios que ha de guiarnos)? Cada cual construye la realidad a su medida, probablemente para evitar sentimientos de culpabilidad o de autocompasión. Buscamos la derrota menos dolorosa, corriendo a resguardanos en el refugio de creer en la existencia de algo que no está sino en nuestra imaginación. ¿Por qué nos cuesta tanto abrir los ojos? Tenemos miedo a enfrentarnos a la esencia de lo que somos, a la levedad de nuestras vidas, a la certeza de que nunca saldremos de la mediocridad que nos atrapa, a la decepción de saber que no amamos a los otros, sino que los necesitamos. ¿Por qué nos cuesta tanto abrir la boca? Nos callamos aquello que pasa por nuestra mente, lo camuflamos y disfrazamos por cobardía, vergüenza o empatía. Tal vez sea por evitar ser esclavo de las palabras, porque dicen que uno es dueño de lo que calla y no hay mayor triunfo que sentirse libre. Lo cierto es que hasta la verdad es relativa, así que ninguno de nosotros estará del todo equivocado sin que lo estén consecuentemente los demás. Estamos abocados a dar la razón si queremos fingir que la tenemos.
La Historia de la humanidad se ha forjado debido, en parte, a grandes mentiras. Lo importante es saber el cómo y el cuándo. A mí me bastaría con ser capaz de vivir en mi mundo de fantasía, en un espacio virtual construido sobre mis deseos, en el que es más fácil llegar a la meta, en el que estás tú, en el que no existen los calendarios, en el que todo huele a limpio y sabe a chocolate, en el que no existen el pudor ni la avaricia. Ahí estoy ahora, porque aún es gratis soñar. Y mentir.
Con ésta ya son 74 las mentiras.