viernes, 11 de enero de 2008

Seis y diez

Caminaba hacia la estación, era mediodía, pero mi reloj marcaba las seis y diez. Después de vivir en mi muñeca desde aquella ceremonia de graduación de hace casi dos años, ayer lo cambié por un reloj de seis euros que compré en las rebajas de enero. Se sintió traicionado y decidió dejar de mover sus agujas a las seis y diez.
Hoy han sido las seis y diez durante todo el día, como si Cronos hubiera decidido echarse a dormir y detener el tiempo. Por un día he experimentado el placer de no sentir su presión, pero le echaba de menos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Sara he entrado en tu página por casualidad, y creo que eres una gran escritora ya que a través de las palabras podemos expresar lo que sentimos. En mi opinión lo haces bastante bien, aunque creo que es a eso a lo que te dedicas a escribir y por ello es lógico que se te de bien. Bueno sólo quería saludarte y animarte en tu día a día pareces una chica muy fuerte de espíritu y seguro te va bien en la vida...