jueves, 13 de diciembre de 2007

Sucedáneos

Esperas el trabajo de tus sueños, en el que te sentirás realizado intelectual y emocionalmente, hecho a tu medida, pero nunca lo encuentras. Mientras sigues esperando a que llegue la gran oportunidad, sobrevives con ese curro que no te aporta nada aparte de un mísero sueldo. Quieres vivir en una bonita casa en la que cada espacio sea una parte de ti, y compartirla con aquellos que lo merezcan, pero aguantas el tipo en ese piso enano y destartalado, demasiado lejos del centro, porque no tienes dinero para más. Conoces al amor de tu vida, porque ha estado ahí algún día, pero sabes que no es para ti, lo asumes y te conformas con lo que va apareciendo, con besos vacíos. Te gustaría encontrar esos amigos que están ahí siempre que los necesitas sin tener que pedírselo a gritos, con los que compartir risas, hacer viajes, intercambiar confesiones; pero mientras llegan pasas parte de tu tiempo con gente que no tiene nada que ver contigo, a la que tienes que arrastrar para que te dediquen un ratito. Todo eso son sucedáneos. La vida es un sucedáneo de nuestros sueños. Anhelamos lo que no tenemos, pero tampoco pedimos tanto. ¿O quizás sí? No parece tan difícil... Mientras tanto, imaginamos que todo esto que tenemos tampoco es tan diferente de aquello que buscamos, que es cuestión de tiempo. Sabemos que algún día llegará, mientras tanto nos limitamos a esperar y nos resignamos con lo que ha caído del cielo. Quien no se consuela es porque no quiere.

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