Un día cualquiera en un desierto cualquiera, aunque bien podría ser en una montaña, la mar o donde sea que la civilización urbana no se haya comido nuestra esencia..., te encuentras con un desconocido personaje, tranquilo y amable, que te sonríe desde su agrietada cara surcada con millones de arrugas y curtida al sol.
Esa afable persona al ver el agobio, la incontenible energía que derrochamos los urbanos en un intento por mantener el ritmo frenético del dia a dia en la ciudad, nos dice:
"La prisa mata"
Y se acabaron los argumentos..., la necesidad de quemar la vida, de correr más de lo que podemos, de crecer antes de lo debido..., "la prisa mata", y no nos deja disfrutar de la vida.
Así que no queramos correr, no quememos nuestras vidas en un intento por llegar antes a donde sea... ya llegaremos... lo importante es disfrutar del camino. Vivir... y compartir.
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Un día cualquiera en un desierto cualquiera, aunque bien podría ser en una montaña, la mar o donde sea que la civilización urbana no se haya comido nuestra esencia..., te encuentras con un desconocido personaje, tranquilo y amable, que te sonríe desde su agrietada cara surcada con millones de arrugas y curtida al sol.
Esa afable persona al ver el agobio, la incontenible energía que derrochamos los urbanos en un intento por mantener el ritmo frenético del dia a dia en la ciudad, nos dice:
"La prisa mata"
Y se acabaron los argumentos..., la necesidad de quemar la vida, de correr más de lo que podemos, de crecer antes de lo debido..., "la prisa mata", y no nos deja disfrutar de la vida.
Así que no queramos correr, no quememos nuestras vidas en un intento por llegar antes a donde sea... ya llegaremos... lo importante es disfrutar del camino. Vivir... y compartir.
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